Domingo, 9 marzo 2025
Primer domingo de Cuaresima – Ciclo C
Palabra del día
Evangelio de Lucas 4,1-13
A la mesa
Todo lo que viviendo consume energía tiene hambre, y todo lo que tiene hambre necesita alimento, todo lo que necesita alimento tiene que alimentarse, de alguna manera tiene que sentarse a la mesa. El ser humano, cierto, no constituye una excepción a esta ley de la vida. También el yo profundo del hombre tiene hambre, hambre de belleza, gratificaciones, salud, serenidad, bienestar, paz, alegría, amor, reconocimiento y de innumerables otras realidades. Si para la parte fisiológica la comida y los alimentos son los más variados y disparatados, para la parte psíquica, emotiva y espiritual los alimentos posibles son sólo dos. El corazón del hombre está constituido de manera que pueda alimentarse exclusivamente de sólo dos alimentos, y nunca puede alimentarse contemporáneamente de los dos: gratitud o revuelta. Gratitud o revuelta, los dos alimentos posibles para nuestra mente y para nuestro corazón. Frente a los inevitables desafíos de la vida cada segundo el corazón del hombre puede elegir si alimentar el propio ser con el alimento de la gratitud o con aquel de la revuelta. Cada día podemos decidir con quien ir a sentarnos a la mesa: o a la mesa con la revuelta o a la mesa con la gratitud. Literalmente conducido por el Espíritu, también Jesús el Hijo de Dios ha sido puesto en las condiciones de elegir de qué alimentar el propio corazón a lo largo de toda su vida terrenal. El desafiador, el diablo, ha obtenido el permiso divino de tentar a todos los seres humanos que vienen a luz en esta tierra para convencerlos a alimentarse de revuelta y no de gratitud, de miedo y no de amor. Jesús no podía cierto ser una excepción a esta posibilidad dada del alto, y es así que el desafiador tienta a Jesús a usar el desafío para cumplir la voluntad del Padre. Antes del desafío, después de cuarenta días de desierto y de ayuna, Jesús es puesto en condiciones de tener hambre, mucha hambre, como todos los hombres, y sólo entonces el desafiador da inicio a su táctica de tentador. El desafiador tiene una ocasión única, a la cual se está preparando desde el inicio de los tiempos, puede por fin desafiar al Hijo Jesús, el predilecto del Padre. El diablo no pierde un segundo, se regodea en todas las tentaciones posibles, da fondo a todos sus conocimientos en tema de desafío en el intento de inducir también a Jesús a elegir de alimentar su corazón y sus decisiones con la revuelta y no con la gratitud. Antes que nada desafía a Jesús con el desafío más antiguo, lo induce a resolver su hambre, a encontrar solución a las necesidades y a las urgencias fisiológicas usando la suprema potencia de su divinidad para superar las leyes naturales, en fin, el milagro. Jesús, la Gratitud Amante encarnada, contesta que en cielo y en tierra no hay ninguna duda sobre el hecho que ninguna hambre se pueda saciar sólo con el pan, imposible. Hay un pan que sacia todas las hambres de manera rica y abundante y es aprender a desear los deseos de Dios y a usar todas las fuerzas a nuestra disposición para realizarlos en paz. Pensar que podemos saciarnos únicamente de las cosas del mundo es locura total, nos saciaremos sin fin de miseria, esclavitud y miedo. El corazón que aprende a alimentarse de los deseos de Dios aprenderá a disfrutar del verdadero bienestar y de la riqueza en cada ámbito de la vida. El segundo desafío para resolver el hambre de todo tipo es el más común: asegurarse el bienestar, la realización personal, la felicidad a través de la escalada al poder y al éxito por un lado, y la sumisión a los poderosos por el otro. Es la idolatría. La idolatría es considerar Dios lo que Dios no es, y considerar Dios como si no lo fuera en absoluto. Es ponerse en lugar de Dios, es buscar gloria y soportar poder de los hombres como si fueran divinidad. Jesús, Gratitud Amante encarnada, responde que en cielo y en tierra no hay ninguna duda sobre el hecho que ninguna hambre puede autorizar a someterse y a adorar como divino algo o alguien que Dios no es. Además de ser un proceso ilusorio y muy tonto, la gloria, el éxito humano, la vanidad no llevan al verdadero bienestar, no quitan el hambre para nada, más bien con el tiempo disipan las fuerzas, el corazón y el alma a través de toda forma de violencia y soledad. El último desafío es el más peligroso, es garantizarse el bien de la vida, la seguridad y la salud buscando asegurarse las gracias del destino adverso con las fuerzas oscuras de la magia, de la astrología, del ocultismo. Jesús, Gratitud Amante encarnada, contesta que de hecho no hay ninguna duda en cielo y en tierra que la sumisión a los accidentes y a toda forma de magia y de adivinación es un desafío, verdadero y propio al nombre de Dios, a la grandeza de su potencia, y no serán cierto la magia y el ocultismo a alimentar el hambre del hombre creado a imagen y semejanza de Dios, más bien ellos conducirán a la humanidad por los senderos oscuros y mortales de la ignorancia, del terror y de la persecución. El estado mental y espiritual del desafío es desastroso y destructivo para el hombre. Cancela inmediatamente el estado de gratitud del corazón, lleva a la separación de toda armonía divina, anula la potencia de nuestros deseos y reduce a escombros la fe. El estado de desafío puede contemplar empeño activo, ímpetu y determinación, induce sin duda a la competición, pero quita energías, inteligencia y lucidez y, sobre todo, no alimenta. El diablo con Jesús intenta de todo, cada tentación, todos los desafíos dice literalmente el texto griego. El diablo intenta de todo, pero la respuesta de Jesús se queda perfectamente firme en el estado de gratitud hacia la manera con la cual Dios Padre conduce y cumple las cosas. He aquí lo que vence al tentador: no conceder dudas con respecto a la gratitud hacia Dios. La gracia de Jesús, la potencia de su deseo, la pureza absoluta de su amor sin dudas sobre lo que el Padre desea vence en toda la línea, el diablo agota sus recursos, el diablo se va extenuado y hambriento como nunca. Cada día, cada instante el desafiador desafía también a nosotros a usar la revuelta y no la gratitud como aproximación y solución a las vicisitudes de la vida. Jesús propone gratitud y amor. A nosotros, a cada uno, en todo momento es dado decidir de quien alimentarnos, con quien sentarnos a la mesa día tras día.